HISTORIAS DE EMPRENDEDORES

Emprendedor colombiano triunfa con su proyecto editorial

04 de mayo de 2009
El colombiano Andrés Barragán ganó el premio internacional al Joven Emprendedor Editorial y del Libro, en el London Book Fair 2009.
Abril 4 de 2009. Andrés Barragán, fundador y director editorial de Puntoaparte Editores, un proyecto que les brinda apoyo a las empresas en el área de mercadeo a través de los libros, fue elegido como ganador en el London Book Fair 2009. Los libros de Puntoaparte ofrecen herramientas útiles que hablan sobre las prácticas de exhibición y posicionamiento de marca.

En febrero de 2009, el Ministerio de Cultura y el British Council de Colombia escogieron a Barragán, luego de un largo proceso de selección, como el gestor joven de proyectos sostenibles y competitivos más importante en el sector editorial colombiano.

Andrés Barragán se ganó así el derecho a representar al país en el Premio Internacional para Jóvenes Emprendedores Editoriales, apoyado por el British Council, en el que participaron nueve personas de nueve países diferentes.

El joven colombiano inició su viaje al Reino Unido el 9 de abril y realizó una gira por Londres, Edimburgo y Milton Keynes, en la que interactuó con personajes de la industria editorial europea; además, fue invitado a reuniones, seminarios y eventos en el London Book Fair 2009, donde se realizaron las exposiciones de los participantes. En este evento se efectuó la premiación.

Un panel de cinco jueces, encargado de premiar al ganador de la sexta versión de este galardón, escogió al colombiano de una selección de finalistas editores de Argentina, Colombia, India, Líbano, Rusia, Eslovenia, Sudáfrica, Turquía y Emiratos Árabes Unidos.

La historia, objetivos, proyecciones y logros de Puntoaparte Editores convencieron al jurado, que al dar a conocer los resultados, calificó al colombiano como “un ejemplo verdadero de un joven empresario creativo  e innovador. Un excelente comunicador  y un emprendedor que ha demostrado una extraordinaria capacidad de inventiva en un contexto cultural y político desafiante. Es la excelente combinación entre el amor a los libros y la creatividad comercial que cada empresario editorial debería tener”.

Andrés Barragán es egresado del Departamento de Humanidades y Literatura de la Universidad de los Andes. Estudió literatura e ingeniería industrial, y se dedicó a trabajar con sectores creativos como el cine, la danza y la música, hasta aventurarse finalmente en 2005, en la industria editorial, al fundar Puntoaparte.

Conocedor de las limitaciones del sector editorial, Andrés concibió un nuevo modelo para su negocio: mercadeo editorial. Al convertir a los libros en herramientas exitosas de mercadeo y negocios, Barragán encontró una manera innovadora de presentarlos y de alcanzar nuevos públicos.  De hecho, Puntoaparte logró a organizaciones sociales y culturales sin ánimo de lucro a ganar notoriedad, a conseguir donantes y a encontrar nuevas maneras de conseguir financiación. Y a la vez, ayudó a grandes empresas a crear nuevas estrategias de mercadeo, y ha dado visibilidad a poblaciones marginadas, como las prostitutas y los excombatientes, al contar sus historias de vida.

El premio fue creado hace 6 años por el British Council y el London Book Fair para destacar la importancia de emprendedores que trabajan en el sector editorial internacional, y resaltar las cualidades individuales y los logros en el contexto mundial. Desde entonces, 45 jóvenes editores de 20 países han participado en el concurso, y han creado una nueva red de contactos y alumnos en la industria mundial editorial.

Una pieza de vidrio realizada por el reconocido artista británico y diseñador Gillies Jones Glass  fue entregada a Barragán, además de 5.000 euros para invertir en un nuevo proyecto, que desarrollará en conjunto con el British Council. Barragán también contará con un stand gratis en la muestra del London Book Fair de 2010.


El Nuevo Emprendedor Colombiano 
  Julio de 2007

Estuve recientemente reunido con un francés de abuelos colombianos quien trabaja para Paris Match una de las principales revistas europeas. Jerónimo, este joven y unos de sus colegas me entrevistaron para una edición especial que sacarán en la cual resaltaran a Colombia. Dos de los tres europeos llevan ya varias semanas en Colombia. Aproveché nuestra reunión para hacerles una pregunta: “si usted se encontrara con el editor de su revista en un ascensor, y el editor le preguntara sobre Colombia, usted qué le diría?”

Jerónimo me respondió, “yo cambiaria la historia que algunos colombianos cuentan sobre Colombia.” Yo le pregunte “cual historia?” El me dijo que la historia de que cuando Dios creo al mundo le dio a un país 2 mares y 3 cadenas de montañas, cientos de ríos y lagunas, la mayor fauna y flora por metro cuadrado en el mundo, minerales y piedras preciosas abundantes, oro y platino, unos climas paradisiacos, comida abundante, las mejores playas y paisajes del mundo…y que cuando miró lo que había hecho, decidió darle una gente bien @#&*#@%&*#! para compensar lo demás. Jerónimo me contó que su abuela colombiana le había contado esa historia cuando pequeño pero que no estaba de acuerdo con ella. Encontré a los tres franceses fascinados con Colombia, con la cultura colombiana y con la gente colombiana.

Una de las conclusiones de la conversación con estos extranjeros es que con Colombia, uno descubre lo que uno quiere descubrir. Si uno quiere encontrar colombianos @#&*#@%&*#!, los encuentra. Pero si uno observa Colombia con una mente abierta, encuentra una nueva estirpe de colombiano.

Recientemente en la misma semana conocí un colombiano que ha montado un restaurante cuyo nombre es Dar Papaya. Conocí otro que compró 30 hectáreas en una montaña y está invirtiendo su tiempo y recursos en crear un bosque que una dos bosques separados por la mano del hombre y los cascos del ganado para que las especies puedan migrar y los nacederos de agua puedan hacer lo suyo. Conocí otro que montó una biblioteca en Tierradentro y está haciendo un proyecto similar en Ciudad Bolívar para que la comunidad pueda unirse alrededor del conocimiento. Conocí una mujer que ha puesto a toda su familia a bañarse con un platón dentro de la ducha para que su familia pueda reciclar el agua. Conocí un periodista quien está cuestionando el por qué el periodismo investigativo siempre investiga lo que está roto, lo que se encuentra podrido, lo que es oscuro en lugar de lo que ilumina, lo que florece y lo que funciona y lidera un proyecto para que la prensa pueda inspirar. Estos personajes son parte de una tendencia global que Paul Ray y Sherry Anderson llaman los creativos culturales.

Si bien los franceses de Paris Match no han tenido aun el privilegio de conocer estos colombianos que iluminan, estos colombianos son elementos de esa Colombia que los franceses han descubierto. Son parte de una subcultura definida por autenticidad donde sus acciones son consistentes con lo que creen y lo que dicen. Crean su visión global partiendo de fragmentos que toman de los medios. Saben sintetizar los problemas y las tendencias a partir de esos fragmentos y de sus experiencias y relaciones. Les gusta aprender en una forma íntima donde se enganchen con todo el proceso; son personas de visión holista y quieren conocer las interconexiones de cada sistema. Saben que la forma lineal y analítica de ver el mundo ya no aplica en un mundo tan complejo como el de hoy. Les gusta involucrarse en los proyectos de principio a fin. Son generosos con su tiempo, sus conocimientos y su dinero. Respaldan sus valores con acción. Son idealistas y altruistas entendiendo su rol en construir una mejor sociedad. Su activismo es parte de una forma de ver el mundo como algo interdependiente y de verse a si mismos como catalizadores. Tienen una conciencia social bien desarrollada y les preocupa la destrucción del ambiente. Se han alejado de los temas de status, materialismo, egoísmo, hedonismo y cinisismo que reinan a su alrededor.

Todos estos valores son cimientos para una nueva ética emprendedora en Colombia. David McClelland dedicó su vida a investigar que es lo que hace a unos países desarrollarse más rápido que a otros. Concluyó que el desarrollo arranca con el individuo, sus motivaciones y la forma como se relaciona con otros. El dice que la motivación al logro se construye entre los 5 y los 12 años. El le advierte a economistas, planeadores y políticos…”tenga en cuenta los efectos que sus planes tendrán en los valores, motivaciones y actitudes de la gente porque a la larga, son estos los factores que determinarán si sus planes son exitosos en acelerar el desarrollo económico.” McClelland, The Achieving Society, Pg 393.

Yo como Jerónimo, también quiero cambiar la historia.

Debemos sumar y multiplicar. Creamos recientemente grupos de Yo Creo en Colombia en Harvard, Northeastern y Duke. Estos grupos unidos a iniciativas muy buenas ya existentes como Colombia es Pasión, Colombia nos Une, Conexión Colombia, Give to Colombia y Por Colombia claramente pueden ser una gran fuerza para lograr que Colombia conquiste el lugar que se merece en el entorno global. Con agua panela, nos podemos energizar para lograr esto y con la bandeja paisa, logramos proteína para seguir la lucha.


 Uno de los grandes emprendedores de la historia, Henry Ford
Si hablamos de las personas que se hicieron a sí mismas, Henry Ford es el paradigma por excelencia. Después de que terminó de cursar los estudios primarios, sus padres decidieron que lo mejor para él era que comience a trabajar en la granja familiar en lugar de que prosiga con sus clases en la escuela. Ya desde temprana edad, el pequeño Henry manifestó su afición por la mecánica y, mientras cumplía con sus labores en la granja, se pasaba gran parte del día en un taller que había improvisado dentro de la propiedad.
“No tuve más juguetes que mis herramientas, y fue con ellas con lo que jugué toda mi vida. De joven, el menor desecho de cualquier máquina era para mí un verdadero tesoro”.
Su padre deseaba que continúe en la administración de la granja familiar, cosa que no estaba en los planes del joven Henry. Y así fue que a los 17 años, y en contra de los deseos de su progenitor, entra como aprendiz mecánico en una fábrica. En menos de un año, aprendió todo lo necesario y creyó que la mecánica ya no tenía secretos para él.
“Las máquinas son para el mecánico como los libros para los escritores. Encuentra en ellas sus ideas y, si está dotado de cierta inteligencia, lleva estas ideas a la práctica.”
Después de renunciar a su empleo en la compañía Westinghouse en donde se desempeñaba como mecánico especializado, regresó a la granja de sus padres. Allí, pasó la mayor parte de su tiempo en el taller que había montado en su adolescencia.
“Como ya no estaba ocupado cortando leña, trabajaba en mis motores de explosión, estudiando su índole y funcionamiento. Leía todos los trabajos relativos a ese tema que lograba conseguir, pero fue de la práctica de donde extraje mis mejores conclusiones.”
El espíritu emprendedor y apasionado del joven Henry parecía atrapado en la granja familiar y sus sueños lo llevaban mucho más allá de la vida rural en la cual estaba inmerso. Por esa razón, cuando recibió la propuesta de unirse como ingeniero mecánico en una de las compañías de Thomas Alba Edison, no lo pensó mucho, tomó sus bártulos y dejó la granja paterna por segunda y última vez, ya que no regresaría nunca más.
En la casa que alquiló en Detroit, su nuevo taller ocupaba casi todo el espacio. Por las noches, luego de cumplir su tarea en la compañía, trabajaba hasta altas horas en su motor de nafta. “Un trabajo que a uno le interesa jamás es duro y yo no dudo nunca de su éxito”, palabras que marcan una de las cualidades de este gran emprendedor, su inquebrantable perseverancia.
En 1892, a los 29 años, todos sus esfuerzos se materializaron en su primer automóvil a nafta. Con el prototipo, paseo por las calles de Detroit ante la mirada atónita de los transeúntes. Recorrió más de 1.600 kilómetros y sometió al vehículo a todo tipo de pruebas. Para luego vender el “cacharro” por doscientos dólares. Este fue su primer éxito, aunque el joven Henry Ford quería ir mucho más lejos.
“Mi intención no era en absoluto establecerme como constructor sobre una base tan mediocre. Yo soñaba con la gran producción; pero para eso me hacía falta una máquina superior a esa, la primera. Si uno se apura no consigue nada bueno.”
Ford seguía sus labores para la compañía de Edison cuando le ofrecieron un cargo directivo muy importante en la empresa, tendría una generosa remuneración y acceso a los más altos niveles ejecutivos. Pero había una condición, él tendría que renunciar a todos sus proyectos y dedicarse por entero a los planes de la compañía. Come era de esperarse, no aceptó el cargo, porque eso significaba abandonar para siempre sus sueños, cosa que no estaba dispuesto a hacer.
“Presenté mi renuncia, decidido a no volver a acepta jamás un puesto subalterno”.
Ahora sí, el mundo estaba muy cerca de presenciar lo que Henry Ford soñaba en aquellos años, la producción en masa de automóviles como nunca antes se había hecho.
“Poca gente osa lanzarse a negocios, porque en el fondo de sí mismos se dicen: ¿por qué lanzar tal producto al mercado, si ya hay alguien que lo hace? Yo, en cambio, me he dicho siempre: ¿por qué no hacerlo mejor? Y eso es lo que hice.”
“Yo me niego a reconocer la existencia de imposibilidades. No conozco a nadie que sepa tanto sobre un tema para decir que esto o aquello no es posible (…). Si un hombre, tomándose como una autoridad en la materia, declara que equis cosa es imposible, aparece enseguida una horda de seguidores irreflexivos que repiten a coro: es imposible”.
“Todo es posible. La fe es la sustancia de aquello que esperamos, la garantía de que podemos realizarlo”.
 Consejos de un gran emprendedor, Donald Trump
Ama el dinero y aconseja que “todos deberían hacerlo”. Pionero del emprendimiento y paradigma de lo que, en lo que respecta a negocios, se debe hacer. Lejos de deprimirse en sus comienzos mientras recorría New York munido de una valija ofreciendo bienes raíces, Donald Trump ha sido, y quizás lo siga siendo a través de las generaciones, el mejor ejemplo de emprendimientos por hacer. Muy atrás quedó el niño rebelde de sus comienzos, con instrucción militar siguió al pie de la letra los consejos de su padre, quien antes que el oficio inmobiliario le enseñó cómo ser un aspirante a millonario. Nada lo detiene en cuanto al bussy por el bussy mismo, y bajo esa premisa cobija, en la actualidad, más de 20.000 empleados.
Mediático por excelencia, no se conforma solo con sus casinos y súpernegocios inmobiliarios, hoy también es amo y señor en la TV de El Aprendiz, su programa de cable. Asegura haber escrito sin ayuda tres libros de los cuales dos son best seller. En El arte de la negociación cuenta anécdotas y aconseja mostrarse siempre con una vida exitosa, en tanto en el reciente Secretos del emprendedor se regodea diciendo que “mientras los demás tienen unos cuantos millones lejos están de construir mi imperio”. A la vista está porqué muchas de sus premisas se poyan en su gran amor propio. Quien tenga la autoestima baja deberá huir de su temática, pero invita a todo aquel que esté dispuesto a ser el mejor a seguir sus consejos, perfectamente diseñados para iniciar un proyecto propio. Aquí van las:
Recomendaciones de un magnate
Tenacidad es su palabra favorita. Para The Donald, quien comienza un proyecto debe tener una perspectiva concreta y pelear por ella. Y si esto demanda tiempo hay que armarse de paciencia hasta alcanzar el objetivo.
El trabajo constante, a su juicio, es fundamental. Él mismo dedica muchas horas a buscar nuevos negocios, manteniendo reuniones que le hagan surgir ideas.
Asevera que la actitud debe ir de la mano de la constancia para proyectarse siempre más arriba y llegar mucho más alto.
Desde su propia experiencia el éxito en los negocios no tiene secretos y recomienda desde su pila elemental:
  • En primea instancia, enseñe a sus hijos el valor del dinero y lo apreciará aún más.
  • Conviértase en su propio consejero financiero. No encontrará otro mejor.
  • Invierta de manera sencilla, siguiendo el sentido común.
  • Confíe en su instinto.
  • Sepa exactamente lo que quiere lograr y guárdeselo para sí.
  • Sea paciente.
  • Aprenda a bajar la guardia para obtener un beneficio posterior.
  • El hombre que ama el dinero tiene un excelente puntapié inicial con el que abre su contabilidad.
Según Trump, “la postura frente al mundo de quien comienza con una sola tienda debe ser como la de quien tiene una cadena comercial y los resultados de ese comercio serán los mejores”.

Emprendedores, el poder de las ideas
 Hay un hecho curioso en la vida de Akio Morita (fundador de Sony) que ilustra en forma clara lo que puede hacer una vaga idea y el destino brillante que un pensamiento aislado puede llegar a tener en la mente de un emprendedor exitoso.
Un día, Akio Morita, ve entrar en su oficina a su socio fundador, el ingeniero Masaru Ibuka, con uno de los primeros grabadores estereofónicos que la empresa había creado. Estaba escuchando música a través de unos auriculares conectados al aparato. El equipo era demasiado pesado, pero a su socio le gustaba escuchar música y no soportaba estar sentado haciéndolo, quería llevar su música a todos lados. Este fue el episodio que motivó a Akio Morita para dar comienzo al proyecto que generó uno de los productos más exitosos de Sony, el “Walkman”.
¿Hay alguien que en esa época no haya comprado uno de esos engendros?

 "El dinero trabaja por mi", John Davison Rockefeller
 Amante del dinero, el hombre de las muchas vidas que naciera en 1839 en los Estados Unidos de una familia de inmigrantes judíos-alemanes, en sus modestos inicios llevó un libro al que llamó “Mayor A” y que junto a su autobiografía “Random Reminiscences”, se constituyeron en una obra perfecta de su enorme capacidad negociadora y la ambición ilimitada de pródigo empresario.
El fue quien vendía a sus compañeros de escuela piedras de colores y de formas variadas lo que le proporcionó sus primeras entradas al acumular esos ingresos en un tazón azul al que denominó su primera caja fuerte. A partir de allí quedó demostrado su talento para las transacciones financieras.
Cierto día decidió contar su tesoro y se encontró con la suma de cincuenta dólares, justamente y por esas cosas del destino, un granjero de los alrededores necesitaba exactamente esa suma para saldar una deuda de forma urgente, y ahí estaba el pequeño gran John que se la facilitó a un interés del 7% anual, descubrió azorado que su capital dado en préstamo retornaba a su bolsillo con 3 dólares y medio de interés. A partir de ese momento su frase “decidí hacer trabajar al dinero en mi lugar” fue emblema de millones de emprendedores del mundo entero, mientras su nuevo compañero de ruta contable sería “El registro A”, el más fiel registro de disciplina y orden del debe y el haber como códigos de su vida. Había descubierto, entonces, que el dinero bien utilizado genera capital. Fogueado por su padre en el campo de las utilidades lucrativas, hacer dinero fue su talento natural. Invirtió en cuantiosos rubros, hasta llegar a controlar el 90% de las refinerías de petróleo de Estados Unidos, y poco después ejercería el monopolio de los canales de distribución.
Organización y una férrea energía fueron también los rasgos que lo llevó a ser uno de los hombres más poderosos del mundo. Se calcula que su fortuna personal llegó a alcanzar los 1.000 millones de dólares, mientras que sus aportes filantrópicos, del que no era muy afecto, alcanzaron los 550 millones.